La Carta de Lucia --- Mamá escúchame. Esta es una carta para usted, Mamá, y para mis hermanitas. Mamá, le voy a contar la historia de mi vida mientras cruzaba las fronteras para llegar a Los Estados. Mientras usted pensaba que yo iba a trabajar para ganar dinero y salir de la pobreza. ¿Se acuerda Mamita que cuando salí de la casa, salí con una blusa, un pantalón y un par de tenis, y no suéter, porque usted no pudo comprarme ninguno? Me despedí de usted como si fuera un viaje cerca. Mientras nos decíamos adiós yo pensé que ‘porqué tenía que irme lejos de usted, de la casita de mi niñez, de mi familia?’ En ese momento sentí mucha tristeza, mucho miedo, porque yo ya estaba con unas personas desconocidas. Para mí que me provocaban miedo. En cada momento que me alejaba me daba miedo y mucha tristeza por ustedes. Mama usted estaba muy lejos de mí y ya nadie me podía proteger. Mientras pasaban los días me dijeron que tenia que obedecer las indicaciones. Y lo primero que pasó es que teníamos que dormir juntos hombres y mujeres en un solo cuarto. Pero yo tenia mucho miedo Mamá, yo estaba tan lejos de ti. Pasaron días cuando el coyote nos dijo que teníamos las mujeres que atender a los hombres, a servirles la comida. En el monte empezamos a dormir debajo de los puentes. Luego llegamos en un pueblo en México y nos dijeron que allí íbamos a dormir. Nos dijeron que las mujeres iban a dormir todas en un cuarto, y sentimos más seguras. Pero esa noche yo no podía dormir porque estaba tan triste por mi mamá. Un hombre entró y llamó a mi compañera y le dijo que no hiciera ruido y que se saliera despacio. Ella se fue con él pero ella ya nunca volvió con nosotras en el cuarto. Continuamos camino en el tren y en bus, ya sin comida y sin agua. Pasamos días sin comida con solo un poco de agua. Luego nos fuimos en un camión grande, todos como si fuéramos animales. Con mucho calor, hasta llegar bien lejos. Y allá nos metieron en una casa sin luz. Esa noche tenia mucho miedo y tristeza y en aquella noche llegó el coyote y me llamó. Me dijo que no hiciera ruido o me dejaba sola allí y ya no me llevaría con el grupo. Yo de miedo le obedecí. Me llevó lejos de esa casa y me dijo que tenia que complacer a él sexualmente y si no, me dejaba allí - perdida y sin dinero, o me entregaba al migra. Me dijo que la migra me llevaría a la cárcel y nunca me iban a dejar salir. Que nunca iba a volver a ver a mi familia. Me dio miedo. No quería que me dejara sola allí o en la cárcel. Así acepté todo lo que ese hombre quería de mí y así me violó. Yo era una inocente, Mamá, pera ya no más. Luego me dijo que si uno de los hombres que iban con él quería también estar conmigo, tenia que aceptar. Si pensaba en quejarme o desobedecerlo que yo ya sabía lo que me pasaría. Así fue mi sufrimiento en camino en México hasta llegar a la frontera de Los Estados. Pensé que allí se terminó mis sufrimientos pero no fue así. Luego nos fuimos al desierto a caminar. Allí nos dejaron con otro coyote y nos advirtieron que teníamos que obedecer las ordenes del otro. Entonces nos pidieron más dinero. Yo no tenía dinero. Dijeron que las mujeres que no tenían dinero se quedaban en el desierto. Pero luego nos dijeron que si hacíamos lo que los hombres querían entonces no nos dejarían en el desierto. Las mujeres que veníamos les dijimos que ‘no.’ Pero ya ellos nos obligaron a tener sexo con ellos y con cualquier de los hombres que venían también. Sentí tan destrozada y perdida Mamá. Aquellos hombres eran malos. Nos daban unas pastillas para tener fuerzas, que después de tomarlas nos mareaban y no sentíamos lo que pasaba. Nos daban la droga también para poder caminar rápido como los hombres. Éramos tres jovencitas edad. Una tenía un hijo y ella no obedeció al coyote. La dejaron en el desierto con su hijo, sin agua y sin comida. Eso me causaba un miedo tan grande que me quería morir. Aun así pasábamos hambre - sed - cansancio de caminar. Violadas y lastimadas como si fuéramos animales. Así fue el sufrimiento que pasé en el desierto. Hacer cosas por miedo con amenazas, hasta que llegamos en un pueblo que se llama Immokalee en Florida. Allí el coyote me dijo que tenia que vivir con él en su casa. A mi y mi amiga, que se llama Ana, nos dijo el coyote que no podíamos contar a nadie todo lo que vivimos y lo que vimos en el camino, porque nadie nos iba a creer porque no tenemos papeles. Y si le decimos algo a alguien que él iba a llamar a la policía y ellos nos iban a llevar a la cárcel. Y de la cárcel no íbamos a salir de allí. A mí me dejo en su casa con su familia y me dijo que buscara trabajo para pagar lo que le debía. Y si no me iba a vender a unos hombres que él conocía que querían una mujer. Todo esto Mamá cuando ya usted les dio todo que tenía. Así es como llegué a este país. Yo sobrevivo pero mi alma está en pedazos. He hablado con otras mujeres de Guatemala. Y como yo así ellas han sufrido. Pensamos que quizás la migra hubiera sido mejor que el abuso de los coyotes. No supimos que tuvimos derechos. Que en Los Estados el coyote es más ilegal que nosotras. Que él iría primero a la cárcel. Por favor Mamá, no dejes venir a mis hermanitas jamás. Porque en el camino hay mucho peligro y mucho sufrimiento. Si ellas vienen pues que denuncien lo que los coyotes o cualquier otra persona pueda hacer en contra de ellas. No sabías lo que nos pasó. Pero ya sabes. No té hecho la culpa Mamá, pero no deje que esto pase a las demás. Te quiero Mamá. Soy tu hija, siempre, Lucia